Herramientas tecnológicas innovadoras, diseñadas por científicos originarios, abren nuevas posibilidades para la transmisión intergeneracional de idiomas ancestrales
Un pequeño robot con forma de lata, orejas de animal y capacidad de conversar en anishinaabemowin se convirtió en un símbolo tecnológico para la preservación de las lenguas indígenas en peligro de extinción.
Skobot, desarrollado bajo la supervisión de hablantes tradicionales, ilustra cómo herramientas de inteligencia artificial (IA) creadas desde las propias comunidades están transformando la revitalización de idiomas ancestrales, una tarea urgente frente a que cerca del 40% de las 6.700 lenguas del planeta está en riesgo, según datos de Smithsonian Magazine.
La amenaza para estos idiomas implica la desaparición de conocimientos, tradiciones y afecta la cohesión y salud de las comunidades. Investigaciones señalan que conservar la lengua materna está ligado a mejores indicadores de bienestar, como menor tasa de suicidio adolescente y reducción de problemas de salud.
Tecnología y educación al servicio de las lenguas originarias
Impulsada por su experiencia personal, Danielle Boyer, joven robótica anishinaabe, diseñó Skobot para facilitar el aprendizaje entre niños y adolescentes indígenas. El dispositivo, personalizable y fabricado en plástico colorido, emplea un modelo de IA propio que interpreta preguntas simples y responde en la lengua objetivo, con voces infantiles grabadas. La organización sin fines de lucro de Boyer distribuye estos robots para fortalecer la educación técnica y lingüística, privilegiando el uso comunitario y no la venta individual.
No es el único ejemplo de IA aplicada a lenguas originarias. Jacqueline Brixey desarrolló el chatbot Masheli, que utiliza relatos de animales para enseñar choctaw y practicar inglés, mientras que en Canadá, la iniciativa First Languages A.I. Reality (FLAIR) —bajo el liderazgo de Michael Running Wolf— produce recursos adaptables como una “caja de idiomas” portátil programable para diversas lenguas, usando reconocimiento automático del habla.

Obstáculos técnicos y reivindicación comunitaria
La escasez de datos públicos dificulta entrenar modelos de IA para lenguas indígenas, a diferencia de lo que ocurre con el inglés o el español. En lugar de grandes bases de frases, expertos como Jared Coleman programan reglas gramaticales manualmente para garantizar la corrección lingüística, aunque esto suponga mayor trabajo.
Sin embargo, la escasez de recursos eleva el riesgo de errores: materiales generados por IA y puestos a la venta sin control llegaron a contener distorsiones perjudiciales, como ocurrió con manuales de abenaki reportados por el Montreal Gazette en 2024.
Boyer y otros desarrolladores enfatizan que la IA es solo un complemento del aprendizaje humano, no su sustituto. “Nuestras lenguas son seres vivos. Necesitan relaciones comunitarias y deben aprenderse de personas”, señaló Boyer. Por ello, priorizan la transmisión de los saberes por mayores y guardianes, así como la soberanía de datos, permitiendo a los hablantes decidir sobre el uso de su conocimiento y grabaciones.

Respeto, autonomía y futuro
Las grandes plataformas tecnológicas aún no ofrecen las respuestas esperadas por los hablantes de los idiomas; equipos como el de Brixey detectaron errores y “relatos inventados” por modelos populares, además de la carencia de controles de seguridad para proteger a las comunidades.
La sensibilidad y autonomía cultural son condiciones imprescindibles para cualquier IA aplicada a lenguas originarias. Tanto Boyer como Brixey incorporaron mecanismos para que los participantes gestionen su información, alineándose con el principio de soberanía de datos respaldado por la UNESCO.
El avance tecnológico liderado por comunidades originarias no solo busca preservar la diversidad lingüística, sino también posicionar sus voces en el desarrollo de las tecnologías del futuro. Así, iniciativas como Skobot reparan injusticias históricas al reconocer a los pueblos indígenas como protagonistas del cambio y la innovación.